EEUU es el país en el que la industria del entretenimiento cinematográfico y televisivo ha alcanzado sus más altas cotas y, asimismo, también es la nación donde más y mejor se ha analizado todo lo que tiene que ver con ambos mundos. El caso es que de la tele han salido infinidad de términos coloquiales que han trascendido su origen catódico. Es el caso de la frase jumping the shark o, traducido, saltar sobre el tiburón. Este latinajo hace referencia a un episodio de la serie «Happy days» en el que su personaje más carismático, el rockero Fonz (interpretado por Henry Winkler), saltaba por encima de un tiburón en cautividad mientras hacía esquí acuático en bañador pero con su icónica chupa de cuero puesta.
Desde entonces, cuando una serie de brillante pasado empieza a entrar en decadencia dando lugar a argumentos trillados, absurdos o directamente surrealistas se dice que ha «saltado sobre el tiburón». De hecho una ya difunta página web estadounidense llamada jump the shark tuvo hace años mucho éxito al describir con mucha gracia e increíble capacidad de observación la tipología de situaciones o momentos en los que se adivina que una serie de televisión ya ha empezado su declinar en términos de calidad o audiencia.
En esta tipología entraban las siguientes categorías:
Mismo personaje, diferente actor: (ejemplo, lo que pasó con la tía Vivian en «El Príncipe de Bel Air»)
Exit stage left: cuando el actor que interpreta a un personaje (normalmente clave) se marcha del show (ejemplo, el que hacía de El Duque en «Sin tetas…»)
Muerte: Pues eso… cuando el actor real que interpreta a un personaje muere.
Lo hicieron!!!: Cuando dos personajes que mantenían una tensión sexual no resuelta clave para la serie… lo hacen («Luz de luna»)
Estrellas invitadas: Usar famosos del «mundo real» e integrarlos en la acción para atraer espectadores.
Episodios especiales: Pues eso, anunciar que el contenido del capítulo de la semana va a ser especial por alguna razón no aclarada (esto lo hacían en Blossom cada dos por tres), se supone que para desarrollar tramas sobre temas «espinosos» (violación, racismo, desórdenes alimenticios…).
Nacimientos: Introducir bebés para hacer verosímil el embarazo de una actriz.
Síndrome del primo Oliver: (denominado así por el personaje del mismo nombre en «La Tribu de los Brady») meter a calzador a un personaje nuevo de repente para captar audiencia de determinado espectro de edades o social (archiconocido es el ejemplo de El Gran Gazoo en «Los Picapiedra», ese marcianito con poderes al que sólo podía ver Pedro).
Una especialmente divertida es la categoría titulada simplemente `Ted McGinley´, que venía a decir que en el momento que este actor entra a trabajar en una serie («Vacaciones en el mar», «Dinastía», «Happy Days») es el signo de que ésta se encuentra ante sus últimos estertores.
El caso es que me puse a pensar hace poco en la que otrora (y recalco otrora) fuera mi serie favorita, «Los Simpsons», y me di cuenta con tristeza de que en los últimos diez años el programa ha caído, no ya una sino en ocasiones varias veces, en todas y cada una de las categorías que he descrito anteriormente. Sé que hay gente que disfruta aún con la legendaria creación de Matt Groening pero yo, al menos, soy de los que piensan que esos personajes que tan feliz me hicieron durante muchos años llevan ya otros tantos arrastrando su mito por el fango. Y es algo que me apena mucho, mucho, mucho.
Mi sentido del humor ha tenido unas referencias vitales que se pueden resumir en Martes y trece, Los Hermanos Marx, Eddie Murphy, Los Simpson y Chiquito de la Calzada. Reiros si queréis pero es la verdad. Durante una temporada en la época en la que el show alcanzó su legendario zenit (mediados de los 90) me resultaba complicado hablar sin utilizar frases robadas directamente a esos colosos.
¿Cuál fue el momento en el que los Simpson Saltaron sobre el tiburón? Complicada pregunta ya que, en mi opinión, tiene varias respuestas. En primer lugar, en lo que respecta exclusivamente a España, el fallecimiento del actor que doblaba a Homer (Carlos Revilla DEP) fue una verdadera tragedia.
Ese hombre ERA Homer y fue capaz de darle unos matices, humanidad y personalidad de la que carece el personaje en su V.O. Además, con él se fueron marchando otras voces de elementos clave (Señor Burns, Milhouse, Smithers, el abuelo) a las que el público español estaba acostumbrado. En EEUU también tuvo que ver con un acontecimiento luctuoso. El cómico Phil Hartman fue acribillado a balazos por su novia en 1998 con lo que la serie, no sólo se quedó sin dos de sus personajes secundarios más geniales (Troy Maclure y Lionel Hutz entre otros fueron retirados) sino que, además, perdió a un hombre muy querido entre el staff. Los guionistas de los Simpsons convirtieron el show, a partir de los dos primeros años de transición tras desligarse del programa de Tracy Ullman, en un fenómeno que iba más allá de lo humorístico y que se erigió en la mejor sátira politico-social hecha jamás en EEUU.
El problema es que muchos de ellos abandonaron los Simpson en favor del nuevo bebé de Groening, la también genial (pero menos) Futurama, y otros como Conan O´Brien (presentador del Late night de la NBC) decidieron dedicarse en exclusiva a los proyectos que anteriormente compartían con su tarea en la serie o, en otros casos, al mundo del cine. Eso generó una cada vez mayor Homerdependencia y lo que en su día hubiera sido una opción de supervivencia plausible, es ahora una losa. El encantador Homer que una vez amamos, ese tonto que se metía en todo tipo de problemas a causa de su estupidez pero que en ocasiones daba inesperadas muestras de inteligencia y candor humano se ha convertido en un triste bufón sin gracia (ni humanidad) que se mueve a bandazos impulsados por raptos psicóticos. De hecho en ocasiones, algo que antes nunca pasaba, se vuelve verdaderamente odioso y odiable.
Ahora ya no hay espacio para la mordaz ironía y la crítica social. Todo eso se ha convertido en slapstick, puro humor de pedos y tartas en la cara, apariciones de personajes famosos cada dos por tres (y no como antes poniendo voz a otros personajes, sino interpretándose a sí mismos), refrito de guiones pasados [cuántas veces más tendremos que sufrir el consabido episodio «Los Simpson viajan a… (inserte su país aquí si es un guionista con anemia de ideas)!!!!»], chistes de pésimo gusto.
Por otro lado ahora los argumentos tienen toneladas de moralina de baratillo. El último ejemplo:
http://www.elpais.com/articulo/gente/Simpsons/obesidad/juvenil/elpepugen/20091005elpepuage_2/Tes
Lo que faltaba. Ahora Homer va a beber Gazpacho en vez de cerveza y comer apio en lugar de rosquillas. Patético.
Como vemos, serie ha pasado de ser una entidad a la que se hacía referencia en el mundo real, a referenciar continuamente al mundo real en sus chistes cada vez más mundanos y vacíos. Dicen que la carrera de David Bowie terminó cuando comenzó a ir a rebufo de las modas imperantes en lugar de ser él el que marcase la moda a seguir. Me temo que con el más famoso hijo de Matt Groening ha pasado lo mismo. Eso sí, al menos todavía Ted McGingley no dobla a ninguno de sus personajes, y eso que, pensando en la deriva del programa en la última década… tiempo al tiempo…